Madre...Cómo se reveló a mí. Por Bahiji

El último día de mi corta pero potente visita a la ciudad Sagrada Varanasi (Benarés) pasamos con mi hija a visitar el Ashram de Ananda Moyi Ma, la increíble Santa que vivió en India entre el año 1896 y 1982. Era cerca de la hora del mediodía, así que sólo tuvimos un rato para meditar frente al altar y luego fuimos a una pequeña oficina, en la cual se vendían unos pequeños libros en inglés. Traje conmigo este pequeño libro que intento traducir de la mejor manera posible, pido disculpas por los posibles errores que puedan deslizarse...Om Ananda Moyi Ma Ki Jai!


MADRE

Cómo se reveló a mí


BHAIJI

Dedicado a los pies de Shree Shree Ma Anandamayee
En memoria de un muy incondicional devoto y renombrado filántropo Lokumal Kishinchand Chellaram

Prefacio

Escribir una biografía de Sri Sri Anandamayi Ma o dirigir la atención del mundo a sus infinitos poderes no es el objetivo de este pobre intento de mi parte. Yo quiero, en este pequeño bosquejo, presentar solo unos pocos hechos de mi propia experiencia directa para mostrar como Ella abrió una fuente de vida en mi casi reseca alma. Todas las imperfecciones que aparecen en este trabajo, se deben a mis propias limitaciones por las que sinceramente imploro su perdón.

Yo perdí a mi madre cuando era un niño pequeño. Escuché que mis parientes decían que mis ojos se llenaban de lágrimas siempre que escuchaba los balbuceos infantiles “Ma, Ma” con sus suaves, agudas voces; y yo aliviaría a mi corazón recostándome en el piso y llorando silenciosamente.

Mi padre fue una persona santa. El profundo espíritu religioso de su vida se implantó en mí, durante mi niñez, como semilla de divina aspiración. En 1908 yo tuve mi iniciación en Shakti Mantra (un símbolo sonoro que representa a una Divinidad) del Guru de mi familia. Por eso yo tenía que adorar a la Divina Madre; y cuando pude verter todo mi fervor devocional con “Ma, Ma”, durante los momentos en que hacia mis plegarias, yo encontraba gran alivio y felicidad. Incluso entonces apenas podía darme cuenta que la Madre es la fuente de supremo gozo y felicidad para todas las criaturas vivientes. Había en mí un gran deseo de encontrar una madre tan viva que, con sus miradas amorosas, pudiera transformar mi alma sacudida por la tormenta. Me acerque a muchas personas Santas y estaba lo suficientemente desesperado incluso para consultar a los astrólogos para una respuesta a esta consulta, “¿Tendría yo la buena fortuna de conocer a una Madre así? Todos tenían grandes esperanzas.

Con ese objetivo en vista, visité muchos lugares sagrados y tuve la oportunidad de encontrar a numerosas personalidades espirituales, pero ninguna podía satisfacer mi deseo.

Yo trabajaba en una oficina del gobierno en Calcuta. Esta se transfirió a Dacca en 1918 y fui enviado allí. A finales de 1924 me enteré de que Ma Anandamayee estaba viviendo por algunos meses en Sha-bag cerca de la ciudad, observando silencio por mucho tiempo, siempre sentada en alguna postura yoguica y, en raras ocasiones, dibujaba una línea en el piso alrededor de su asiento y solía tener conversaciones muy cortas con personas después de recitar algunos mantras o textos sagrados.

Una mañana yo fui ahí en un espíritu de oración, y fui muy afortunado de ver a la Madre, a través de la cortesía de su marido, a quien la gente llamaba Pitaji o Padre, y esto envió una emoción a mi corazón al verla serena en postura yoguica junto con toda la modestia y la gracia que se encuentra solo en una mujer recién casada. De inmediato me vino a la mente que la persona a quien mi corazón había anhelado durante tantos años y en cuya búsqueda había viajado a tantos lugares sagrados, se reveló ante mí. Todo mi ser se inundó de alegría y cada fibra de mi cuerpo bailaba con éxtasis. Hubo un impulso de lanzarme postrado a sus pies y llorar “¿Madre, Por qué me has mantenido alejado de Ti por todos estos largos, largos años?”

Después de unos minutos, le pregunté a la Madre, “¿Tengo alguna posibilidad de elevación espiritual?” Ella respondió: “tu deseo por una vida así no es lo suficientemente fuerte todavía”. Había venido con una gran cantidad de pensamientos que luchaban por expresarse, pero todos fueron silenciados en silencio bajo el hechizo de su gracia tranquilizadora. Me senté allí sin palabras y mudo. La Madre, tampoco habló una palabra. Después de un rato, me incliné ante ella y salí del lugar. No podía tocar sus pies, aunque tenía un fuerte deseo de hacerlo. No fue por miedo o delicadeza; algún poder misterioso me apartó de su presencia.

No fui a Shah-bag por mucho tiempo. Reflexioné de esta manera: “Mientras Ella no me deje acercar como mi si yo fuera su propio hijo, quitándose el velo, ¿cómo podría juntar sus pies contra mi cabeza?” Hubo un gran conflicto en mí; un fuerte deseo de verla y un agudo dolor por su actitud distante; ambos eran igualmente fuertes y en oposición entre sí. Ningún modo de acercamiento parecía posible. Mientras tanto solía ir al templo contiguo Sikh; y de pie junto a la pared del jardín, veía a la Madre desde una cierta distancia para que nadie pudiera notarlo. Durante esos días de indecisión, analizaba los movimientos en mi mente y a menudo me preguntaba: “¿Qué sucederá?” Pero no tenía poder para tomar una decisión. A menudo recibía todas las noticias sobre la Madre y escuchaba con atención cada historia sobre su Lila (Juego Divino).

De esta manera, pasé siete meses en medio del bullicio y el ajetreo de la vida cotidiana con la perspectiva de encontrarme con Ella a cada hora. Un día llevé a la Madre a mi casa. Una intensa alegría emocionó a todo mi ser al verla después de tanto tiempo. Pero no fue permanente. Cuando estaba a punto de salir de mi casa, me incliné para tocar sus pies, pero ella los retiró.  Sentí como si me hubiera atravesado un dolor punzante. Luego traté de aliviar los dolores de la lucha en mi corazón leyendo varios libros sobre prácticas religiosas. Resolví publicar un pequeño libro sobre religión y prácticas religiosas. El libro fue escrito y publicado bajo el título "Sadhana" y le envié una copia a la Madre a través de Sri Bhupendra narayan Das Gupta. La madre le dijo sólo: "Pídele al autor que venga a verme".

Al recibir esta llamada de mi madre, fui a Shah-Bag una mañana. Llegué a enterarme de que su voto de silencio de los últimos tres años había terminado. Ella vino y se sentó cerca de mí. Le leí todo el libro y, después de escuchar el contenido, dijo: “aunque después de tres años de silencio mis cuerdas vocales no funcionan correctamente, aún así las palabras se están forzando por salir de mi boca hoy. Tu libro es bastante bueno. Intenta desarrollar aún más pureza de pensamiento y acción.” Durante esa entrevista con ella, Pitaji estuvo presente. Comencé a sentir que un nuevo mundo se estaba abriendo ante mí y que estaba sentado como un niño pequeño ante mis propios padres.

Desde entonces solía ir a Shah-Bag. Pedí a mi esposa que fuera a ver a la Madre con algunas ofrendas. En ese momento la madre solía ponerse un anillo de oro en la nariz. Mi esposa llevó consigo un plato grande de plata, algo de cuajada, flores, sandalias y un anillo de nariz de diamante como regalo para la Madre, y con gran placer y respeto ofreció todo a sus pies. Esto sucedió luego de un tiempo en el que a la Madre le colocaban la comida en el suelo desnudo en ese momento y no usaba ningún plato. Así que Pitaji le había dicho una vez con gran disgusto: "Tú no tomas tu comida de platos de bronce o metal. ¿La tomarías en un plato de plata?” La Madre rió y dijo: “Sí, pero no le cuentes esto a nadie durante los próximos tres meses y, por favor, no intentes obtener platos de plata". Ahora, antes de que transcurrieran los tres meses, se le entregó el plato de plata como se mencionó anteriormente. Un día la Madre me dijo: “Recuerda, realmente eres Brahmin; y existe un vínculo espiritual muy sutil y cercano entre este cuerpo y tú.” Desde ese mismo día traté de mantener mi cuerpo puro en todos los aspectos. Aprendí de varias fuentes que muchos de los devotos de la madre habían tenido la suerte de encontrar las imágenes de muchos dioses y diosas reveladas en su cuerpo. Pero cuando vi con mis propios ojos las manifestaciones de poderes sobrenaturales en cada día de su vida, no me importó buscar alguna revelación especial. Mi humilde aspiración era que si pudiera modelar mi vida según los ideales de paciencia y compostura que siempre se manifiestan en ella, sería más que suficiente para mí.

Aun así, el impulso natural del hombre de ver alguna encarnación material de los poderes divinos en la vida humana, me impulsó a preguntarle un día, cuando la encontré sola: “Madre, por favor dime, ¿Qué eres en realidad?” Ella se rió a carcajadas y dijo con todo su afecto: "¿Cómo podrían surgir en tu corazón tales preguntas infantiles? Las visiones de dioses y diosas aparecen de acuerdo con las disposiciones heredadas (samskaras) de cada uno. Soy lo que fui y lo que seré; Soy lo que sea que concibes, piensas o dices. Pero es un hecho supremo que este cuerpo no ha nacido para cosechar los frutos del karma pasado. ¿Por qué no te das cuenta de que este cuerpo es la encarnación material de todos tus pensamientos e ideas? Todos lo han querido y lo tienen ahora. Así que juega con esta muñeca por algún tiempo. Preguntar más no tiene sentido.” Dije: "Estas palabras tuyas, Madre, no satisfacen mi anhelo" Al oír esto, habló con ligera vehemencia: "Di, di, qué más deseas". E inmediatamente un resplandor deslumbrante de luz celestial brilló en su rostro. Me quedé mudo de asombro y maravillado. Todas mis dudas quedaron en calma.

Unos quince días después, fui a Shah-Bag una mañana y encontré la puerta del dormitorio de la  Madre cerrada. Me senté frente a unos 25 a 30 pies de distancia. La puerta se abrió de golpe. Encontré para mi desconcierto, la figura de una diosa divinamente hermosa tan genialmente brillante como el sol al amanecer, iluminando todo el interior de la habitación. En un abrir y cerrar de ojos, ella retiró todo el resplandor dentro de su cuerpo y la Madre estaba allí, de pie y sonriendo de su manera habitual. En un segundo, toda la visión había pasado como el juego de alguna magia suprema. A mí me pareció que había caído en la tierra de los sueños. Recordé de inmediato que mi Madre se había revelado en respuesta a lo que había dicho hacía unos días. Comencé a recitar un himno y oré a Ella: "Que sea digno hijo tuyo, digno de ser bendecido con toda tu generosidad y gracia maternas".

Después de un rato la Madre vino hacia mí. Tomó una flor y unas cuantas hojas de hierba durba (Que se usan para rituales) Y los puso sobre mi cabeza, mientras caía a sus pies. Estaba extraviado de gozo y rodé por el suelo a sus pies. El día que se ha ido nunca más vuelve. Cómo deseo un feliz regreso de ese bendito día. Desde ese momento una profunda convicción comenzó a echar raíces en mi mente, ella no era solo mi Madre, era la Madre de este universo. Regresé a casa. Tan pronto como me recobré, la misma imagen luminosa de la Madre apareció en mi mente y las lágrimas corrieron por mis mejillas. A partir de ese mismo día, su gracia suscitó un cambio en mí y de manera tan natural que su figura ocupó el lugar de la diosa a quien había adorado durante dieciocho años, desde mi iniciación en la temprana juventud. Este cambio a veces creaba dudas en mi mente sobre si estaba siguiendo el curso correcto o no. Pero en pocos días, la Madre tomó su lugar legítimo en mi alma, poseyéndola por completo.

Madre (su nombre original era Nirmala Sundari Devi) nació en la aldea de Kheora, Distrito Tripura, en la era Saka de 1818 (1896, 30 de abril) en las primeras horas del viernes, 1 hora y 12 minutos. Antes del amanecer. Recientemente se ha adquirido el lugar de su nacimiento; cuando fue a Kehora el 17 de mayo de 1937, siendo presionada por sus devotos, indicó el lugar exacto donde su cuerpo tocó la tierra por primera vez, su padre Bipin Bihari Bhattacharya era un descendiente de la conocida familia Kashyapa Bhramin de la aldea Vidyakut, en el mismo distrito. Su vida temprana la pasó en la casa de su tío materno. Tanto el padre y la madre (Sm. Mokshada Sundari Devi) de la Madre, tenían una naturaleza muy amable y amorosa. Su devoción a Dios, su sencillez y nivel de vida social eran casi ideales. La casa materna de la Madre en Sultanpur, Tripura, tuvo un estatus social muy alto durante mucho tiempo. Había muchos Pandits eruditos y devotos en la familia. Según el informe, una dama piadosa de la misma familia montó la pira funeraria de su marido cantando gozosamente himnos. La Madre se casó con Sri Ramani Mohan Chakravarty de la aldea Atpara de Vikrampur cuando tenía solo 12 años y 10 meses de edad. Perteneció a la conocida familia Bharadwaj Brahmin del pueblo. Su vida estuvo dedicada al bienestar de las personas. Posteriormente fue conocido como Bafa Bholanath, Rama Pagla o Pitaji.

La vida temprana de la madre pasó desapercibida en los pueblos Kheora y Sultanpur. Después de su matrimonio, pasó un tiempo en Sreepur y Narundi, donde trabajaba el hermano mayor de Bholanath, su esposo; También pasaron algunos meses en la casa de su esposo en Atpara. Antes de llegar a Dhaka, había permanecido unos tres años en Vidyakut y durante unos seis años en Bajitpur con su marido.

En Astagram se manifestó por primera vez de manera prominente el gusto de la Madre por las canciones de Kirtan (Canciones devocionales); en Bajiptur, ese estado de ánimo solo se notaba a veces; pero el tono dominante de su mente durante este período fue la expresión natural del simbolismo mántrico y las prácticas yóguicas (Varias fases de la evolución psíquica de la vida con la correspondiente transformación del vehículo físico). Cuando llegó a Shah-Bag en Daka, el estado de su quietud y silencio continuó; ¡Pero entonces una fase de intensa paz y tranquilidad se convirtió en el rasgo dominante en todos los aspectos de su vida!

En este momento, muchos de sus devotos comenzaron a reunirse con ella. Muchos de ellos tomaron parte en la adoración, las canciones devocionales y los ritos de sacrificio. Es difícil describir las formas en que sus almas se sumergieron en una calma felicidad en Su presencia. Todas las personas, en este momento, la llamaban "Madre del Shah-Bag" y expresarían su deleite al decir que nunca habían disfrutado de tanta gracia espiritual en toda su vida.

Mientras que en Bajitpur toda la historia del templo Siddhesvari Kali en Dhaka había bajado a su mente.

Durante su residencia en Shah-Bag, Rai Bahadur, Pran Gopal Mukherji, quien desde entonces se jubiló en un alto cargo del correo, estuvo en Dhaka. Él y Sri Baul Chandra Bask encontraron medios para la preservación del Templo Siddhesvari.
Cuando conocí a mi Madre por primera vez, ella me dio una pista y me dijo: "Tu apetito por lo espiritual no es lo suficientemente fuerte". Sin embargo, para una persona agitada por las turbulencias de los deseos mundanos, tal deseo de una vida más elevada no era posible, a menos que uno pudiera aprender cómo dirigir todas las ondas descontroladas de las emociones e impulsos personales a Sus pies. Siempre rezaría en silencio en el secreto de mi corazón "Oh, Madre, te manifiestas como Hambre en cada ser, despierta en mí un hambre real por cosas inmutables y eternas". Cómo La Madre, en su infinita misericordia, dirigió mi disposición siempre fluctuante hacia su presencia omnipresente, se narra a continuación:

1 Una noche caminaba por el balcón abierto de mi casa; había un brillo de luz de luna en todos los objetos a mi alrededor. Percibí algunos movimientos a mi lado y me di vuelta. Encontré para mi asombro, una imagen de la Madre deslizándose junto conmigo. Llevaba una camisa roja y un sari con una serie de finas líneas rojas en el borde. Pero cuando dejé el Ashram hacía solo un par de horas, noté que ella tenía una camisa blanca y un sari con un solo borde rojo ancho. Esto me hizo dudar de la exactitud de la visión. Pero cuando fui a verla temprano al día siguiente, la encontré vestida exactamente como la que había visto la noche anterior. Me dijeron que una devota vino al Ashram después de que me fui y la vistió con esa ropa. Cuando a la Madre le informaron sobre mi visión, dijo de una manera muy natural: "Fui a ver qué estabas haciendo".

2 Un día, la Madre vino a mi casa y conversó con nosotros en el primer piso; Justo entonces llegó un auto para llevarla a otro lugar. No sabía que había sido arreglado previamente. La Madre se preparó para salir; y yo sentí una gran angustia al encontrarla saliendo de mi casa después de tan breve visita. Con el corazón triste bajé las escaleras para despedirla. Se subió al auto, y yo no me moví, aunque el conductor dio el arranque. Ella me miraba con su cara radiante con una risa genial. El conductor no pudo mover el auto, así que le trajeron un carruaje. Era doloroso pensar que la Madre tendría que ir en un carruaje de alquiler cuando el coche ya estaba listo. Justo en ese momento, el auto comenzó a moverse para mi sorpresa y alegría, y la Madre se fue.

3 La presión de las multitudes en Shah-Bag aumentó día a día, a medida que la gente conocía a la Madre. En una ocasión no pude verla en el transcurso de cuatro días. En la mañana del quinto día, decidí ir a verla, pero cambié de opinión. Me senté desesperanzado en mi habitación. Vi para mi sorpresa la imagen completa de la Madre apareciendo en el Muro opuesto, como una película. Ella se veía bastante triste. Al darme la vuelta encontré a Sri Amulyaratan Choudhury de pie junto a mi silla. Dijo: Mataji ha enviado un carruaje para llevarte con Ella". Cuando llegué al Jardín de Shah-Bag, la Madre dijo: "He notado tu inquietud durante los últimos días. La paz y la tranquilidad no pueden llegar a menos que haya alguna inquietud en la mente para empezar. Debes encender el fuego por cualquier medio, ya sea con mantequilla clarificada o con madera de sándalo o incluso con paja. Una vez encendido, el fuego arde; Todas las preocupaciones, la oscuridad y la tristeza desaparecen gradualmente. Reducirá a cenizas todos los obstáculos. Sabes que una chispa es suficiente para comenzar una guerra, reduciendo a cientos de casas y palacios a cenizas".

4 Al mediodía en la oficina, o medianoche en mi habitación, cuando un deseo muy fuerte de ver a la Madre me inquietaba bastante, la encontré ante mí en muchas ocasiones y Ella diría: "Me llamaste y he venido".

5 Una tarde, cuando regresé de la oficina, me dijeron que una persona desconocida había dejado un gran pez en mi casa diciendo que volvería pronto. Pero nadie apareció. El pez estaba en el suelo. Cuando nadie apareció hasta el anochecer, se cortó en pedazos y se envió a la Madre en Shah-Bag. A la mañana siguiente, cuando estuve allí, Pitaji me dijo: "Tu Madre me dijo anoche: `Mira, Jyotish es mi Dios`”. A través de indagaciones pude saber que la mañana anterior algunas personas obtuvieron el prasad de la Madre, pero cuando por la noche muchas personas vinieron a participar en Kirtan o concierto devocional, todos desearon tener el prasad de la Madre. (Prasad es el alimento que queda después de que la Madre haya tomado algo. Se distribuye entre los devotos.) No había stock de provisiones. Justo en el momento en que la Madre preparaba especias, condimentos para cocinar, mi sirviente Khagen llegó con el pescado y otros artículos necesarios. Y esto evoca las palabras de Ella que me fueron indicadas por Pitaji. “Me sorprendió mucho”, agregó Bholanath, “escuchar cómo una persona desconocida había traído un pescado a su casa y cómo podía enviarse con otras necesidades para satisfacer a los devotos que clamaban por el prasad de la Madre.”
Tales incidentes fueron numerosos. En Shah-Bag, un hombre rezaba por un prasad de parte de la Madre: no había nada disponible allí en ese momento. Justo entonces un deseo me impulsó a enviar algunas frutas o dulces. Cuando mi hombre llegó allí con las cosas, encontró a la Madre, que parecía estar esperándolas.

6 Una noche, aproximadamente a las 3 de la madrugada, estaba completamente despierto sentado en mi cama y me vino a la mente que la Madre estaba durmiendo con la cabeza en una dirección opuesta a la que estaba acostumbrada. Al amanecer, cuando fui a verla, la encontré exactamente en la misma posición. Al preguntar, me enteré de que la Madre salió a las 3 de la mañana y, al regresar, cambió su postura para dormir.

A menudo sucedía que, desde mi propia habitación, desde mi escritorio en la oficina, podía ver claramente lo que la Madre estaba haciendo en su casa. Podía ver estas cosas sin ningún esfuerzo de mi voluntad; a veces esas imágenes pasaban por mi mente sin siquiera pensar en ellas. Bhupen solía ir a Shah-Bag todos los días y podía verificar la verdad de mis visiones a través de él. No había casi ninguna discrepancia. La Madre a menudo me decía: “Tu verdadero hogar está en Shah-Bag; Vas a tu propia casa solo para una salida”.

7 Un mediodía estaba ocupado en mi escritorio. Bhupen se acercó y le dijo: "La Madre ha pedido que vayas a Shah-Bag. Le informé que el Director de Agricultura se haría cargo del exceso de trabajo el día siguiente del vencimiento de su licencia; pero la Madre respondió: `debes llevar el mensaje a Jyotish, déjale hacer lo que crea apropiado`.

Sin un momento de vacilación, dejé todos los papeles extendidos en mi escritorio y, sin informar a nadie en la oficina, fuí a Shah-Bag. Cuando llegué allí, la Madre dijo: “Vamos al Ashram Siddheswari”. Acompañé a la Madre y a Pitaji. Había un pequeño hueco, justo donde ahora se encuentra un pequeño pedestal y un Shiva Lingam. La Madre se sentó dentro del hueco y su rostro estaba con una sonrisa radiante, respirando una alegría resplandeciente. Yo exclamé a Pitaji: "Desde hoy llamaremos a nuestra Madre con el nombre de Anadamayi". Enseguida dijo: "Sí, así sea". Ella solo me miró con una mirada fija.

Cuando estábamos a punto de regresar a las 5:30 pm, ella preguntó: "Siempre estuviste tan lleno de alegría, ¿cómo es que ahora te ves tan pálido?"  Contesté que la idea de ir a casa me había hecho pensar en el trabajo inacabado en la oficina. Ella dijo "No tienes que preocuparte por eso". Al día siguiente, cuando fui a la oficina, el director no dijo nada sobre mi ausencia el día anterior.

Le pregunté a la Madre por qué me llamó tan inesperadamente el día anterior. Ella dijo: "Fue para comprobar cuánto has avanzado durante estos pocos meses". Añadió con una risa cordial: "Si no hubieras venido, ¿quién más le habría dado un nombre a este cuerpo?"





8 Una vez su excelencia el gobernador de Bengala llegó a Dhaka. El director me pidió que asistiera a la oficina a las 9:30 am, ya que iría a visitar al gobernador. Prometí ir. A la mañana siguiente volví tarde de Shah-Bag y cuando llegué a la oficina eran las 9:50 am. Estaba un poco nervioso en cuanto a cómo estaría mi jefe. Cuando estaba pensando en el asunto, me llamó desde su bungalow para decirme que su auto funcionaba mal, que lamentaba molestarme y que iría a la casa de gobierno a las 11:00 am.

Cuando la Madre escuchó la historia, dijo con una carcajada: "¿Es algo nuevo para ti? El otro día dejaste sin funcionar el auto en el que tenía que salir".

9 En una ocasión la Madre vino a nuestra casa. En el curso de nuestra charla dije casualmente: "Parece, Ma, que para ti el calor y el frío son lo mismo. Si un trozo de carbón ardiendo cayera sobre tu pie, ¿no sentirías dolor?" Ella respondió: "Solo pruébalo" No fui más lejos en el tema.


Después de unos días, retomando el hilo de nuestra conversación anterior, La Madre colocó un trozo de carbón ardiendo en su pie. Había una llaga ardiente profunda. Durante un mes no se curó. Me sentí muy molesto por esa tonta sugerencia mía. Un día la encontré sentada en la veranda con las piernas estiradas y la mirada fija en el cielo. Un poco de pus se había acumulado en la llaga. Me incliné a sus pies y lamí el pus con mi lengua y mis labios. A partir del día siguiente la llaga comenzó a curarse.

Le pregunté a la madre cómo se sentía cuando el carbón encendido quemaba su carne.

Ella respondió: "No estaba al tanto de ningún dolor. Parecía nada más que diversión; Con gran alegría observé lo que el carbón estaba haciendo en mi pie; Noté que al principio algunos pelos, luego la piel comenzó a arder; olía a quemado y gradualmente el carbón se apagaba después de hacer su trabajo. Cuando más tarde se formó una llaga, continuó su curso; pero tan pronto como surgió en ti un fuerte deseo de que la herida se curara, rápidamente así lo hizo”.

10 Era el mes de Magh, pleno invierno, con un frío penetrante. Al amanecer, caminaba descalzo con mi madre en los campos de hierba de Ramma, empapados de rocío. Desde la distancia noté que un grupo de mujeres venía hacia nosotros. Pensé que, tan pronto como llegaran, llevarían a la Madre al Ashram. Mientras estos pensamientos pasaban por mi mente, todo el campo se cubrió con una niebla muy espesa y las damas no se podían ver. Después de unas tres horas, cuando regresamos al Ashram, escuchamos que el grupo de damas se cansó de intentar encontrarnos y tuvieron que regresar decepcionadas. Los campos eran bastante grandes y cuando le dije a la Madre acerca de mis pensamientos, dijo: "Tu fuerte deseo se cumplió".

11 Una vez la Madre sufría mucho de frío y tos. Al encontrarla muy enferma, le recé con una voz trémula de súplica. "Madre, que sea prontamente restaurada tu salud!" Ella me miró y dijo con una sonrisa: "A partir de mañana estaré bien, hijo Mío". Y así fue.

12 Una mañana encontré a la Madre con fiebre. Regresé a mi casa y oré por la noche con frecuencia para que su fiebre pasara a mi cuerpo. Hacia la mañana yo tenía fiebre y dolor de cabeza. Cuando fui a ver a la Madre por la mañana, como de costumbre, ella dijo de inmediato: "Estoy bien, pero tienes fiebre. Vuelve a tu casa, báñate y toma tu comida habitual”. Lo hice y estuve bien por la tarde. La Madre siempre decía: "Por la fuerza del pensamiento puro y concentrado, todo se hace posible".

13 Un libro llamado Sadhu Jivani (Vidas de los santos) llegó a mis manos. Apareció esta línea: “Él (un sadhu) solía aconsejar a sus devotos que siempre den buena comida a los pobres”. Escribí la siguiente nota en el margen: "Sólo dar comida no satisface al alma humana”. Este libro fue llevado a la Madre en Shah-Bag y una de sus devotas leyó mi comentario. La Madre no dijo nada. Después de unos días fui a Shah-Bag bastante temprano en la mañana. En ese momento, un hombre como en un ataque de locura, vino y me dijo: "Dame algo de comida o moriré de hambre". La Madre buscó en la alacena de la cocina y le dio al hombre lo que ella pudo recolectar en ese momento. Quería beber agua y mi Madre me ordenó que le diera un poco; luego llegué a saber que el hombre era musulmán, había ayunado durante tres días y entró en el Ashram trepando por el cerco, mi Madre me dijo que había venido allí para enseñarme la eficacia de dar comida y bebida a alguien que lo necesita. Todo tiene su perfecto lugar y tiempo. Nada se pierde en la Divina economía del mundo.


14 Un día le dije a la Madre: “Ma, todos estos días los sonidos mántricos surgen en mí en una corriente continua. Tanto en el día como en la oscuridad de la noche, el flujo del sonido sale naturalmente de mi corazón, como los chorros de una fuente". Cuando lo dije, un ligero tinte de satisfacción personal se escondía en lo más recóndito de mi corazón. La Madre me miró y no dijo nada. Cuando llegué a casa, el sonido cesó y, a pesar de mis mejores esfuerzos, no pude revivirlo. El día pasó y la noche avanzó, pero la alegre corriente de la melodía mántrica no se pudo restaurar. A la mañana siguiente, le pedí a Bhupen que informara a mi Madre sobre mi triste situación. Bhupen se encontró con la Madre en el camino mientras ella se dirigía a la casa de un devoto en un carruaje. Ella se echó a reír. Eran las 10:00 am en el momento en que descubrí que la corriente sofocada comenzó a fluir con su anterior facilidad. Llegué a saber por Bhupen a qué hora había encontrado a la Madre. A este respecto, se escuchó a la Madre observar que en los asuntos espirituales, incluso el más mínimo matiz de ego retrasa el progreso de uno.

15 Doy a continuación otro ejemplo de la prontitud con la cual la Madre benigna ayuda al crecimiento de nuestra vida interior. Es una lástima que no reconozcamos su valor y no lo utilicemos para nuestra elevación espiritual. Después de que termina el primer entusiasmo, recaemos en nuestra condición anterior.


Una vez la Madre dijo con una sonrisa: “Cuando cantas los nombres o mantras Divinos, tu mente pierde gradualmente su impureza; el amor y la reverencia por el Ser Supremo se despiertan y tus pensamientos se vuelven sutiles y refinados. Entonces los destellos de los planos superiores de la existencia comienzan a surgir sobre ti, y trabajan para tu elevación”.

El día que escuché estas palabras me senté en un rincón solitario de mi casa para las oraciones de la tarde; para mi sorpresa experimenté una nueva alegría en el fluir de los Nombres Divinos. Continuaron sin pausa alguna; el sueño llegó y tan pronto como me desperté, esas vibraciones alegres de nuevo emocionaron mi ser. Al día siguiente, el mismo hechizo de alegría se desarrolló por debajo debido a la presión de la rutina de la oficina; hacia el atardecer, cuando dispuse mi mente para las oraciones, la dicha de la tarde anterior llenó mi corazón, de modo que no había ninguna inclinación a dormir en absoluto; en la oscuridad de la noche, el flujo fue tan intenso que pensé que, al menos, me sentiría aliviado si hubiera una pausa. Pero el fluir continuó con su propio impulso.

Nunca había practicado sentado en una postura Gomukhi (esta postura consiste en colocar las piernas apoyadas en el suelo a ambos lados del cuerpo, con la columna vertebral erecta, con la cara mirando hacia el frente). Hacia las primeras horas de la mañana, antes del amanecer, me encontré en esa postura. Durante estas horas mi cuerpo y mi mente se sumergieron en un mar de alegría inimaginable. Las lágrimas brotaron de mis ojos sin parar. En un hechizo de meditación, pasé todo el tiempo inmóvil y estaba completamente absorto.

16 Una mañana, en esos primeros días de entrega, me senté en silencio. Mi corazón estaba lleno de una profunda emoción por el amor de la Madre (Gracia Divina). Una canción en bengalí tomó forma, de la cual la traducción se da a continuación:

“Que tu culto, tus himnos de alabanza
San el consuelo eterno de mi vida;
Deja que mi vida rebose de canciones
de mi adoración, pensamientos de tu Divina Gracia.
Te veré, Madre, en el
Amplio cielo abierto con ojos esperanzados;
No pediré ninguna bendición,
no diré una palabra, solo me pondré
bajo tus pies con lágrimas de felicidad.
Me moveré por tu interminable extensión de cielo,
esparciendo canciones como flores representando tu gloria.
Me sumergiré en tu Bienaventuranza, cantando Tus santos nombres y enviando sus ecos a través del Universo.
Todas mis acciones, todos mis pensamientos de religión son para tu adoración.
Oh Madre, dame Bhakti (devoción), fe firme, para que pueda hacer de tus pies el anclaje de mi vida.”

Le di a esta canción el título "La canción de un muchacho loco" y le envié una copia impresa a la Madre. Luego escuché que cuando llegó a ella, estaba cortando en porciones una calabaza para la cocina con una cuchilla en forma de hoz. Mientras se le recitaba la canción, la calabaza cayó de sus manos y Ella se quedó inmóvil durante algún tiempo.

Cuando me encontré con Ella después, ella dijo: "El mundo es la encarnación de Bhava o la idea de lo bueno. Todas las cosas creadas son sus expresiones materiales. Si una vez puedes levantar tu alma con el divino Bhava, llegarás a encontrar que en este universo se despliega una obra del Bhava; sin Bhava el hombre se pierde y pierde la verdadera importancia de la vida”.

Unos días después, todos estábamos sentados en el Ashram Siddheswari cuando la Madre dijo: "Canta esa canción tuya con el título de "Paglar Gan." (La canción del muchacho loco). Hacía mucho tiempo que había dejado la práctica de cantar canciones; además, había muchas personas presentes y Dudé. Mi madre se echó a reír y dijo: "solo haz compuesto una canción de un muchacho loco, pero todavía no estás lo suficientemente loco como para ignorar las críticas del mundo". Estas palabras se hundieron profundamente en mi alma y con un corazón tembloroso y una voz trémula, Canté.  

Compuse muchas de esas canciones y las ofrecí a sus pies. Ella expresó su deleite por algunas, y por otras una muda aprobación. Hubo muchas ocasiones en las que mi madre estuvo lejos de Dhaka y las canciones salieron de mi corazón durante mis oraciones vespertinas o durante las largas meditaciones de medianoche. Pude ver la figura de la Madre de pie ante mí inmóvil escuchando mis arrebatos. Cuando la Madre regresó a Dhaka después de recorrer diferentes lugares, me pedía que repitiera específicas canciones que yo había cantado en diferentes ocasiones en mi propia habitación. Era realmente extraño que ella pudiera nombrar incluso aquellas canciones que no se le habían presentado antes de ninguna forma.  

Mi intenso anhelo de estar al lado de mi madre, a veces me alejaba hacia el infinito. Durante esta etapa, las pocas canciones que compuse se publicaron en un volumen bajo el título "Hacia tus pies sagrados".

Más allá de esto, no hubo un final para las canciones, poemas y bocetos cortos que escribí sobre la Madre, pero luego los saqué. Cuando la Madre se enteró, dijo: "no solo en esta vida, sino también en muchos de tus nacimientos anteriores, no se sabe cuántos himnos has compuesto para mí y luego desechaste. Pero debes saber esto con certeza, gracias a todo ese montón de desechos, esta es tu ultima vida en la tierra”

   Inspirada por el amor integral de la Madre, se encendió en mí una aspiración por la vida divina, pero mis sentidos buscaban placeres crudos en lugar de alimentos espirituales más elevados, más refinados y vigorizantes. En algún tratado Vaishnava leemos: "El hombre que anhela los objetos materiales de los sentidos para la indulgencia de la lengua, el estómago y el sexo no puede encontrar al Señor Krishna"

Tal fue el caso conmigo. La gracia y el afecto ilimitados de mi Madre no pudieron ayudarme a ir rápidamente a sus pies en todos los momentos de mi vida y en todos mis pensamientos. De hecho, es difícil para un hombre atrapado en las trampas de Avidya (La ilusión de que el cuerpo o la mente son el Ser real) encontrar un refugio permanente de paz en lo Divino.

Un día le dije a la Madre: "Incluso un trozo de piedra se habría convertido en oro con un toque tan sagrado como el tuyo, pero mi vida ha demostrado ser un fracaso total.”

Ella respondió: "Lo que tarda mucho tiempo en nacer, madura en una belleza perdurable después de un período de desarrollo igualmente prolongado. ¿Por qué te preocupas tanto por eso? Sujétate fuerte, como un niño confiado, a mi mano que guía". Escuché sus palabras correctivas con entusiasmo, pero sentí una sequedad abrasadora que deformaba cada fibra de mi ser. Cito a continuación una instancia para mostrar cómo su visión penetrante vigilaba mis luchas.

Cuando, bajo el impulso de una profunda devoción, comencé a buscar su presencia todos los días, no faltaban personas que arrojaran indignos dichos sobre mi conducta. Sus reflexiones me hicieron dudar y comencé a sentir que no era más que una debilidad humana común tratar de ser aprobado por una persona u otra, para la elevación espiritual de uno.

Dejé de ir a ver a la Madre, ya que mi mente vacilaba bajo las críticas. Decidí leer Yoga Vashista (Un tratado de Vedanta en Sánscrito)  y mejorar mi vida superior a través de la cultura del intelecto. Durante siete u ocho días me dediqué a un estudio detallado del libro.

Una tarde, cuando estaba descansando en mi casa, mi sirviente me informó que un viejo brahmín (Sri Kalikumar Mukherji) quería una entrevista conmigo solo por cinco minutos. Me encontré con él. Me dijo que había ido a la casa de mi amigo Niranjan Roy y del Dr. Sasank Mohan Mukherji (Más tarde conocido como swami Akhandananda Giri Maharaj), pero no pudo encontrarlos. Por eso había venido a molestarme. Añadió: "He oído que eres un gran devoto de la Madre. ¿Podrías decirme amablemente cómo es la Madre y cuáles son sus cualidades especiales"? Ante estas palabras me quedé sin palabras, con lágrimas corriendo a mis ojos. Habló de nuevo. "Recibí una respuesta a mis preguntas; pero, por favor, dígame por qué hay lágrimas en sus ojos.”

"He estado ocupado todos estos días con otros asuntos", respondí, "Dejando de pensar en la Madre, y usted ha elegido venir a mí para hacer preguntas sobre ella. Tengo que agachar la cabeza en vergüenza y arrepentimiento. ¡Qué maravillosos son los caminos de la Madre! Fue a través de su propia influencia que ha sido conducido a mí justo a tiempo para que volviera a mi Ser. ¡Por eso estoy en deuda con usted! "

Él me dijo: "Por favor, llévame con la Madre". Después de conocerla, él dijo: "Yo también perdí a mi madre hace mucho tiempo, pero tan pronto como conocí a la Madre, mi pena por la muerte de mi madre se desvaneció por completo".

Le conté a la Madre todo lo que había pasado por mi mente y lloré a sus pies. Ella se echó a reír y dijo: "En estos días, a menos que uno se vea empujado a moverse por un camino determinado, no puede avanzar".



2 comentarios:

  1. Maravilloso, gracias. Me hace valorar cada milagro de mi vida. Debo confesar que desde la primera letra, hasta la ultima, no he podido parar de leerlo. Y para mayor maravilla, hallé algunas manifestaciones de su divina presencia pues, Ananda es el nombre que habia elegido para mi hija en caso que fuera mujer. Y hace dos dias llegó a mi la informacion de que Lila significa juego divino y hoy puedo leerlo en este escrito. Muchas gracias. Namaste

    ResponderBorrar