Aquí tenemos una profunda y acertada visión acerca de cómo lo Divino es a la vez inmanente y trascendente...
Kali y Maia
Sri Ramakrishna, por otra parte, aunque bien consciente, al igual que su Gurú (Totapuri, Gurú Tántrico de una etapa de la vida espiritual de Sri Ramakrishna) de que el mundo es una apariencia ilusoria, no menospreciaba a Maia como lo hace un monista ortodoxo, sino que reconocía su poder en la vida relativa.
Él era todo amor y reverencia para con Maia, y percibía en ella una misteriosa y majestuosa expresión de la Divinidad.
Para él, Maia misma era Dios, ya que todo era Dios. Era uno de los rostros de Brahman. Lo que había experimentado en lo más alto del plano trascendental, lo encontraba también aquí abajo por doquier en su derredor, bajo la vestimenta misteriosa de nombres y formas. Y tal vestimenta era una vaina perfectamente traslúcida, a través de la cual reconocía la gloria de la Inmanencia Divina. Maia, la poderosa tejedora de la vestimenta, no es otra que Kali, la Divina Madre. Es la energía Divina Primordial, Shakti, y no se la puede distinguir del Supremo Brahman, como tampoco se puede distinguir del fuego su poder de quemar.
Ella proyecta el mundo y a su vez lo retira. Lo teje como la araña su tela. Es la Madre del Universo, idéntica al Brahman del Vedanta, y al Atman del Yoga. Legisladora Eterna, hace y deshace las leyes; es por Su voluntad imperiosa que el karma produce su fruto. Enreda a los humanos con la ilusión y luego los libera de las ataduras con una mirada de Sus ojos benignos. Ella es el Ama Suprema del juego cósmico, y todos los objetos, animados e inanimados, bailan por Su voluntad. Aun aquellos que alcanzan lo Absoluto en nirvikalpa Samadhi están bajo su jurisdicción, mientras todavía viven en el plano relativo.
Así pues, tras el nirvikalpa Samadhi, Sri Ramakrishna percibió a maia en un papel totalmente nuevo. El aspecto atador de Kali se desvaneció ante su mirada. Ella ya no oscurecía su entendimiento. El mundo pasó a ser la manifestación gloriosa de la Divina Madre. Maia se transformó en Brahman. Lo Trascendental mismo se abrió camino por entre lo Inmanente.
Sri Ramakrishna descubrió que maia actúa en el mundo relativo de dos maneras, a las que él denominó avidiamaia y vidiamaia. La primera representa las fuerzas oscuras de la creación: los deseos sensorios, las malas pasiones, la avidez, lujuria, crueldad y otras similares. Sostiene el sistema del mundo en los planos inferiores. Ella es la responsable de que los humanos pasen por la ronda de nacimiento y muerte. Ella debe ser combatida y vencida. En cambio, vidiamaia es la fuerza superior de la creación: las virtudes espirituales, las cualidades iluminadoras, la afabilidad, la pureza, el amor y la devoción. Vidiamaia eleva al hombre a los planos más altos de la conciencia. Con su ayuda, el devoto se libera de avidiamaia, convirtiéndose entonces en maiatita, o sea libre de maia. Los dos aspectos de maia son las dos fuerzas de la creación, los dos poderes de Kali, y Ella está en ambas. Ella es como el sol resplandeciente, que engendra las nubes de los diversos colores y formas, y parada en el fondo, brilla a través de ellas, conjurando figuras maravillosas en el cielo azul de otoño.
La Divina Madre pidió a Sri Ramakrishna que no se perdiera en el Absoluto indiferenciado, sino que permaneciera en bhavamukha (La mirada de la devoción), en el umbral de la conciencia relativa, la linea demarcatoria entre lo Absoluto y lo relativo. Quería que se mantuviera en el "sexto centro" del Tantra (Ajna Chakra) de donde podía ver no solo la gloria del séptimo, sino también las divinas manifestaciones de la Kundalini en los centros inferiores. Oscilaba suavemente hacia adelante y hacia atrás cruzando la línea divisoria.
Extática devoción a la Divina Madre alternada con una serena absorción en el Océano de la Unidad Absoluta. Así levantó un puente sobre el abismo entre lo Personal y lo Impersonal, entre los aspectos inmanente y trascendente de la Realidad. Esta es una experiencia única en la historia espiritual universal registrada.
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