Reforma de un Fanático del Ashtanga- Gregor Maehle

Traducido por Cristina Pajón

En este artículo describo mi historia con el Ashtanga Yoga, cómo fue cambiando mi enfoque a lo largo de las décadas, algunos de los problemas con los que me encontré, su solución, y cómo influenciaron mi enseñanza.
Cómo llegué al Ashtanga:
Inicialmente, estaba sólo interesado en los aspectos de meditación y filosofía del yoga y los practiqué y estudié por muchos años. Llegué a “ásana” sólo una vez que comprendí que la vitalidad de mi cuerpo había alcanzado su máximo. Probé distintos estilos de yoga tales como Satyananda e Iyengar pero me parecieron, o bien, no lo suficientemente intensos, o demasiado estáticos.
Mientras viajaba por India oí que alguien estaba enseñando Ashtanga yoga, el yoga original de Patanjali aparentemente. Viajé hasta Mysore y entrevisté al entonces maestro, ya fallecido, K Pattabhi Jois, quien me confirmó que efectivamente era así.
Alentado por esta confirmación, comencé a trabajar con gran fervor, aunque sorprendido al comienzo por cuánto esfuerzo y vigor debía invertir en la práctica. Por muchos años, practiqué por tres o más horas diarias. Por un buen tiempo, incluso, hice dos prácticas de ásana por día.
Cómo tuve éxito con el Ashtanga:
Después de que acepté cuánta energía tenía que poner en esto, mi cuerpo cambió rápida y radicalmente. Entonces llegó mi apogeo con el Ashtanga. Hasta hoy, y esto es décadas después de ese momento, tengo que darle el crédito al Ashtanga por darme un cuerpo capaz de permanecer sentado en Padmasana y Siddhasana por lo que parecen ser sesiones interminables de pranayama y meditación yóguica. Pero no nos adelantemos con nuestra historia.
Animado por tanta destreza física, me convertí en un fanático del Ashtanga con un tinte fuertemente fundamentalista. Para obtener la autorización de mi maestro en India trabajé muy duro y tenazmente para completar la Serie Intermedia. Después de que conseguí mi objetivo, intenté hacer cumplir ese standard por todos los medios necesarios.
Por esta razón, por mucho tiempo, sólo aceptaba alumnos que ya tuvieran la Serie Intermedia completa o que la estuvieran completando. Tuve largas discusiones sobre este tema con mi co – entrenadora y esposa, Mónica (también maestra autorizada en este método). Ella sostenía que la aptitud física no debía ser la única medida para evaluar si alguien está listo para convertirse en maestro, mientras mi línea de argumento era sostener el standard.
Primeras dudas: ¿Qué hace a un buen maestro?
Mientras que por muchos años no acepté aprendices que no se ajustaran a estos criterios, de ningún modo evalué críticamente si había algún vínculo entre aptitud física y habilidad para el dominio de posturas desafiantes, por un lado, y habilidad para enseñar yoga en sus muchos aspectos, por el otro.
Al final, tuve que admitir que había muy poca conexión. La mayoría de mis estudiantes que eran más prometedores físicamente no se convirtieron en grandes maestros. Por otra parte, hubo muchos estudiantes a quienes había desdeñado debido a sus limitaciones físicas y que continuaron hasta convertirse en excelentes maestros. Esto es comparable con muchas otras destrezas en la vida en las que los mejores entrenadores no son necesariamente aquellos que están dotados en esa disciplina en particular.
Estar dotado puede significar que no precises profundizar en lo que es necesario para tener éxito ya que puedes hacer justo lo que se requiere. Por otro lado, si no estás dotado esto puede incitarte a indagar más profundamente en qué se necesita hacer para lograrlo. Esto, a su vez, puede llevar a la capacidad de transmitirlo a otros estudiantes que tampoco sean dotados. La vasta mayoría de nuestros alumnos no será del tipo de los dotados. Como maestros necesitamos aprender a satisfacerlos.
La única área de la enseñanza en donde viene bien ser un practicante avanzado es cuando se enseñan posturas avanzadas. Mirando hacia atrás, en décadas de experiencia en yoga, esto lleva menos del 0,1% de mi entera actividad docente. En otras palabras, es una parte insignificante del ancho de banda total de la enseñanza de yoga.
Críticamente examiné a mis aprendices para descubrir qué hizo que algunos fueran grandes maestros y otros no y encontré que aparte de la inmersión en todas las ramas del yoga (no sólo ásana) lo que jugaba un rol era el estudio teórico continuo de la materia, la habilidad de comunicar y, finalmente, lo más importante, un sentimiento de amor propio y de auto aceptación en cuya atmósfera el alumno pudiese sanar y experimentar lo mismo.
Este aspecto final y el más importante de la enseñanza del yoga puede aprenderse a través de la práctica espiritual (por ejemplo, a través de la práctica de las ramas más altas) pero no puede obtenerse simplemente a través de ásana.
Por el contrario, encontré casos en los que una práctica intensa, fuerte y poderosa de ásana estaba realmente determinada por la auto-aversión y la necesidad de auto-castigo. Algunos practicantes se fuerzan a sí mismos a alcanzar una práctica tan codiciada simplemente porque no se sienten merecedores de amor, lo opuesto a la auto-aceptación. Para sanar a estos practicantes, sería necesario inculcarles que están bien así como están.
Pero lo que se les vende en su lugar es el mito de que serán aceptados como buenos una vez que hayan logrado la destreza en ásana.
Más dudas: No es tu práctica. Es tu fenotipo.
Haciendo una revisión de una vida predominantemente en el yoga, tengo que decir que el Ashtanga contemporáneo pone mucho énfasis en el cuerpo y en ásana. Probablemente haya visto decenas de miles de estudiantes y el resultado de esta observación es que la mayor contribución a la habilidad para ejecutar posturas sofisticadas no es cuánto practicas, o por cuántos años o cuán intensa o devotamente. El denominador número uno es tu fenotipo, si tienes a los padres correctos, la forma correcta de las articulaciones de tus huesos, la longitud de los ligamentos y la tensión muscular. Sí, puedes alterar las cosas hasta un cierto punto pero si veo un nuevo estudiante entrando en el salón, generalmente puedo decirle en el término de una hora qué tan lejos podrá llegar en la práctica. Suponer que todos, practicando lo suficiente, pueden dominar todas las posturas es engañarlos y crear una sed en ellos que probablemente nunca podrá ser aplacada.
Cómo cambié:
Entretanto, tuve dos accidentes desfavorables que implicaron que, por un buen tiempo, tuviera que caminar con la ayuda de un bastón. Durante ese tiempo, tuve que modificar significativamente mi propia práctica. Me pregunté qué sería de mi yoga si, por ejemplo, mi cuerpo quedara cuadripléjico. ¿Qué haría si no pudiera ser un fanático del Ashtanga nunca más? ¿Ahorcarme a mí mismo con mi retorcida yoga mat? ¿O había más? ¿De qué se trata el yoga si sacamos el cuerpo cualificado?
Comprendí que necesitaba acceder a un estado interior que, cualquiera que fuere, no fuese vulnerado por el cuerpo. Tomé todo el exceso de energía que repentinamente no podía gastar en la búsqueda atlética y lo lancé al estudio de textos yóguicos, sánscrito, pranayama, kriyas y meditación. La experiencia transformadora fue tan profunda que casi lo lamenté cuando mi cuerpo sanó finalmente después de años de yoga terapia y pude volver a la práctica avanzada de ásana.
Esta experiencia también cambió mi actitud hacia mis estudiantes en forma fundamental. Hasta el día de hoy mis viejos estudiantes me cuentan que me tenían miedo cuando entraba en la “Shala” y que había algo imponente y feroz en mi actitud. Hoy algunos de mis alumnos me llaman “Papá Oso Yogui”, en su lugar. Creo que esto lo dice todo. De fanático a Papá Oso Yogui.
Lo más importante que entendí es que los estudiantes no están ahí para el yoga sino que el yoga está ahí para los estudiantes. Esto significa que si la práctica no sirve para las necesidades actuales del alumno, ésta debe adaptarse hasta que sirva. Es una máxima señalada por Shri T. Krishnamacharya pero perdida en mucho de la cultura competitiva del Ashtanga de hoy.
El objetivo del yoga es la liberación espiritual. A través de las distintas fases de la historia humana, el yoga ha cambiado una y otra vez para traer este objetivo en formas diversas para la humanidad. Lo que es importante es que este objetivo se alcance y no en qué forma de práctica se alcanza.
¿Cómo enseño ahora?
Escuché que algunas personas llaman ahora a Ashtanga “la caja”, indicando que consiste en un juego de reglas limitado. No creo que se deba forzar a la gente a una caja tan estrecha. Para ser honestos, no me importa mucho la forma de la caja. Lo que sí me importa es lo que le hace a las personas. De observar a muchos estudiantes que vinieron a mí, puedo percibir cuatro grupos de gente, permítanme llamarles: los yoguis totales de ashtanga, los adaptadores temporarios, los adaptadores permanentes y los modificadores completos.
El primer grupo es el que se adecua a la caja esmeradamente. De algún modo tienen el fenotipo correcto y con algo de trabajo serán capaces de enganchar las dos piernas detrás de su cabeza, hacer saltos mortales hacia atrás y pararse sobre una sola mano, todo lo que en gran medida se espera de un buen practicante de Ashtanga. Pero estos son en realidad el grupo más chico y dan el menor trabajo. Simplemente, les sigo dando nuevas posturas y les explico una o dos veces cómo hacerlas y las aprenden.
El segundo grupo de estudiantes es mayor que el primero. Mientras pueden ajustarse a las rígidas secuencias de Ashtanga la mayor parte del tiempo, algunas veces tienen que modificar su práctica para abordar problemas preexistentes en sus cuerpos y que salieron a la superficie. Si, por ejemplo, tienes problemas serios de rodilla u hombros, es muy poco probable que los puedas sanar sin modificar tu práctica. Pertenezco a este grupo y, modificando cuando es necesario y en la forma que necesaria, todavía puedo practicar Ashtanga la mayor parte del tiempo de la manera convencional después de 25 años. Se requiere un poco de talento para enseñar a este grupo.
El tercer grupo es mayor todavía. Son estudiantes que nunca podrán hacer una práctica de Ashtanga convencional y precisarán algún elemento de modificación ya desde el comienzo y necesitarán continuar con él. Por ejemplo, he visto a muchos alumnos, frecuentemente personas algo mayores, que llegan con tal rigidez, dureza y calcificación en las articulaciones de cadera que aún diez o veinte años de práctica, incluyendo ajustes (sí, lo he visto), traerán sólo una leve mejora. Si uno no está preparado para pensar fuera de la “caja” y hace cumplir una orden dada presumiblemente por un Dios o Rishi de las posturas, estos estudiantes pueden verse lastimados. Una cosa que aprendí en más de 35 años de yoga es que lo Divino es Inteligencia Infinita. Puedo garantizar con seguridad que El/Ella o Ello no haría nada que pusiera a los estudiantes en camino de hacerse daño, porque la no violencia (ahimsa) es la regla número uno del yoga y yoga es una creación de lo Divino (Yoga Sutra I26).
Esto me lleva al cuarto y último grupo de estudiantes. Para este grupo la práctica debe ser individualmente a medida dado que tienen tales achaques y dificultades físicas que aún una práctica suave, pero modificada permanentemente de Ashtanga, no es apta. Ejemplos típicos son las personas mayores con artritis que tienen dificultades en hacer vinyasas o urdhva mukha y adho mukha.
Por lo tanto hay por lo menos cuatro categorías de estudiantes o cuatro cajas en las que tenemos que introducir a los estudiantes y no una sola. Por supuesto, las separaciones entre las cajas no están hechas de tablas sino que son fluidas y necesitamos estar atentos a nuevas categorías y nuevos enfoques que se tornen necesarios.
Más problemas y las soluciones:
Otra cuestión es el hecho de que muchos de los yoguis de Ashtanga de largo tiempo de práctica desarrollan problemas. Hay algunas pocas áreas pero considerarlas a todas haría este artículo difícil de manejar. Echemos un vistazo a tres de ellas: problemas de rodillas, de hombros y dominio de la flexión.
Si observas la Primera Serie puedes ver que fue originalmente desarrollada para estudiantes quienes ya tenían caderas razonablemente abiertas. Esto se debe a que en India, en la antigüedad, la gente no usaba mesas ni sillas sino que vivían sentados en el suelo. Si te sientas con las piernas cruzadas en el suelo desde muy temprana edad, tus caderas nunca se van a endurecer y vas a poder realizar posturas complejas tales como Marichyasana B o Garbha Pindasana sin lastimar tus rodillas. Descubrí tratando con estudiantes occidentales que es necesario introducir posturas como Baddha Konasana primero y recién cuando las articulaciones de las caderas se han abierto, insertar las posturas más difíciles para llegar a la secuencia original.
Otro problema es que no hay suficiente tracción en la práctica de Ashtanga y las personas terminan con la musculatura en torno a los hombros subdesarrollada. Llamo a esto un desequilibrio frente / dorso, significa que los pectorales están sobre-desarrollados mientras los romboides y trapecios bajos subdesarrollados. Esto se puede resolver fácilmente con algunos ejercicios terapéuticos pero muchos maestros ortodoxos se rehúsan a integrarlos en sus clases porque no quieren contradecir el mito de que simplemente repitiendo la misma práctica sin cuestionarse resolverán todos los problemas. Recuerda el viejo adagio, “La definición de locura es repetir la misma acción y esperar un resultado diferente”.
Aún otro tema importante es qué hacemos con un estudiante que practica la primera serie desde hace varios años y que debido a la rigidez de su cadera u otras limitaciones no tiene absolutamente ninguna chance de continuar a la serie Intermedia con sus importantes flexiones hacia atrás. La visión ortodoxa es dejar al estudiante en la Primera Serie para siempre. Noto que esto frecuentemente no funciona.
Si un estudiante practica la primera serie una y otra vez por años su cuerpo definitivamente se volverá flexible ya que la primera serie no contiene otra cosa sino flexiones hacia adelante. Esto implica que en el cuerpo del estudiante se desarrolle un fuerte desequilibrio. Podemos fácilmente contrarrestarlo incluyendo unas pocas o, en algunos casos, más que unas pocas flexiones hacia atrás de la serie intermedia para equilibrar el dominio adquirido. Sin embargo, en el Ashtanga ortodoxo es visto como algo que va contra el orden sacrosanto de las posturas. ¿Qué es más importante? ¿El dogma o el bienestar del alumno? Desafortunadamente, he visto cómo muchos alumnos cambian de estilo por las mentes inflexibles de sus maestros.
Y la esencia y corazón del problema:
Mi punto más importante, sin embargo, es que los aspectos espirituales del Ashtanga hoy no se enfatizan lo suficiente. Trato a través de mis libros de abrir más a la gente a este lado de esta práctica magnífica y, si bien la respuesta fue sorprendentemente positiva, también encontré gente que protestó diciendo “ Esta es sólo una práctica física y va seguir de esta manera”. No bromeo.
Si bien el término Ashtanga implica una búsqueda espiritual, muchos maestros sólo dan una vaga referencia a la atención, la respiración, los bandas y la transpiración y “sólo hazlo y verás”. Es bastante raro, si estudias las escrituras yóguicas ellas no mencionan esta narrativa pero dicen claramente que ásana se practica sólo para que puedas pasar períodos extensos en Padmasana y Siddhasana practicando kumbhaka (retención del aliento), luego una intrincada escuela de meditaciones yóguicas y finalmente los ocho samadhis. Pero, ¿por qué hay tan poca gente haciendo esto?
Pero no todo está perdido y por qué y cómo después de 25 años todavía practico Ashtanga diariamente.
Todavía creo que Ashtanga es milagroso pero sólo si usas tu habilidad y energía generadas en tu práctica de ásana para luego invertirlas en las ramas más altas. Y no es tan difícil tampoco (si tienes la información correcta) pero necesitas hacer un comienzo.
Creo que es exactamente por la negativa a seguir adelante, hacia las ramas más altas, que mucho del Ashtanga de hoy se ganó la reputación de conducir a problemas físicos. Como los estudiantes no son guiados a las ramas más altas están tratando desesperadamente de extraer algo de sus cuerpos que no puede ser encontrado ahí.
Lo que realmente buscamos es el éxtasis espiritual y déjenme decir también que cierta forma de revelación divina, como la prueba fundamental de que realmente merecemos amor. Ningún ser humano estará alguna vez a punto de esta confirmación, si buscamos en los lugares más extraños, y continuaremos hasta alcanzarla y mientras tanto haremos un desastre de nuestras vidas y del mundo en el que vivimos.
Si te quedas atascado en ásana buscarás este éxtasis desesperadamente en tu cuerpo que vas a dar vuelta y en el proceso arruinarlo. Pero el éxtasis es espiritual y no físico. El simple nombre “éxtasis” proviene del griego “Ekstasis”: estar afuera del cuerpo.
Tienes que trascender el cuerpo para poder recoger los frutos múltiples del yoga. Fue Krishnamacharya quien dijo que los beneficios del yoga sólo pueden ser obtenidos en gran medida de las respectivas ramas que se practican, por ejemplo asana sólo dará beneficios físicos y si quieres más, debes practicar más ramas.
Todavía considero al Ashtanga Yoga la herramienta ideal para transformar el cuerpo en el vehículo para el carmino de la liberación espiritual. Pero lo enseño con un giro diferente: le digo a mis estudiantes que comiencen con pranayama y meditación yóguica tan pronto como les sea posible porque muchos alumnos quedan empantanados en la ciénaga del cuerpo. Para evitar esto les digo que desarrollen una práctica de pranayama para prepararse para la Serie Intermedia. Considero que la Serie Intermedia es demasiado poderosa para soltarla dentro de un cuerpo que no está preparado por pranayama, aún cuando tal práctica de pranayama sea simple desde el comienzo.
Luego le digo a mis estudiantes que practiquen meditación Kundalini y en los chakras como preparación para una práctica avanzada de ásana. Esto crea la distancia necesaria con el cuerpo de cada uno y con sus logros para evitar la identificación. En el Sutra I.12 Patanjali dice que para calmar la mente, la práctica necesita estar acompañada de desidentificación.
Inténtalo y verás que el límite de la desesperación que uno ve en los yoguis modernos, y que algunas veces hasta se transforma en autoagresión, desaparece completamente. Esta paz interior y auto aceptación que buscamos no puede encontrarse en ásana pero es fácil de encontrar en pranayama y meditación yóguica.
Ásana es sólo la forma de preparar el cuerpo. Si nos ingeniamos para restituir este propósito original de asana, entonces el Ashtanga Yoga volverá a lo que alguna vez fue, un camino para la libertad espiritual basado en los Yoga Sutras de Patanjali.

Gregor Maehle

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